Todo aquello que es interiormente negado aparece en el
exterior como conflicto, las emociones, e imágenes contradictorias de nuestro
mundo interior cuando no logran encontrar el camino de integración en su propio
ámbito, se alojan en el cuerpo físico como bloqueo, desfasaje y o desequilibrio
energético.
El próximo paso de esta secuencia es la aparición de una enfermedad concreta.
El próximo paso de esta secuencia es la aparición de una enfermedad concreta.
Cuando estamos enfermos, sentimos que lo que nos sucede es
algo que viene de afuera y no nos corresponde, porque hemos perdido el rastro
de su raíz, ubicada a veces muy atrás en
el tiempo…
La naturaleza es muy cuidadosa en sus procesos, nada hay en este ámbito que no nos corresponda y la enfermedad siempre es una vuelta al equilibrio que se nos impone por cultivar sin ser consientes de ello, una actitud errónea.
La naturaleza es muy cuidadosa en sus procesos, nada hay en este ámbito que no nos corresponda y la enfermedad siempre es una vuelta al equilibrio que se nos impone por cultivar sin ser consientes de ello, una actitud errónea.
El masaje intenta dejar su impronta ahí, en el sitio
energético del desfasaje, entre la causa emocional y el efecto físico, su accion tiene lugar donde nuestro sistema nos avisa a través de contractura e incomodidad que
algo está realmente mal con nosotros y nuestra salud.
El contacto sanador, es una retroinformación que recibe
nuestro sistema energético y que nos remonta a las causas…
Al aumentar la sensibilidad corporal, producto de técnicas
especificas, cultivadas durante muchos años, nuestros pacientes vuelven a tomar contacto
con todo aquello que fue bloqueado inconscientemente por ellos mismos…
Ahí es donde decimos que tiene lugar el reequilibrio
sanador.
Implica a partir de ese momento una real participación del paciente quien por percibir a niveles muy profundos, integra y por integrar su propio desequilibrio vuelve a encontrar su salud.
Implica a partir de ese momento una real participación del paciente quien por percibir a niveles muy profundos, integra y por integrar su propio desequilibrio vuelve a encontrar su salud.
Por eso decimos que los niveles a los cuales cada quien
pueda llegar en la efectividad de nuestra terapia depende de su participación
en el proceso sanador, nuestra medicina difiere de aquellas en las que se ha
olvidado que el enfermo y su enfermedad son una unidad de sentido y de
responsabilidad.
Los terapeutas del futuro reencontraran poco a poco estas
nociones, comprenderán que los procesos sanadores están en la naturaleza misma
y toda intervención humana, debe limitarse a descubrir las condiciones en que
esa misma naturaleza sabia actúe sin restricciones.